La inversión en el campo se erige como un pilar esencial para el desarrollo y la seguridad de las áreas urbanas. La reciente inauguración del «Centro de Servicios Turísticos Patococha Carihuairazo» y la entrega de equipamiento a la comunidad de Tamboloma para la producción de lácteos y elaboración de queso, son ejemplos concretos de cómo la rentabilización del campo puede transformar y mejorar la seguridad ciudadana.

El 15 de junio, la alcaldesa Diana Caiza inauguró el proyecto de turismo comunitario y sostenible «Centro de Servicios Turísticos Patococha Carihuairazo». Este centro, ubicado a más de 4,000 msnm, rodeado de la magia del páramo y las aguas cristalinas del Carihuairazo, es un ejemplo de cómo el turismo puede ser una herramienta de desarrollo local. La implementación de señalética turística e informativa facilita el acceso y la estancia de visitantes, promoviendo un flujo constante de turismo que dinamiza la economía local.

El turismo comunitario genera empleo, mejora la infraestructura y fomenta el emprendimiento local. Estos beneficios económicos repercuten en la mejora de la calidad de vida de los habitantes, reduciendo la pobreza y, por ende, disminuyendo las condiciones que propician la delincuencia. Según Fernando Carrión, la inseguridad y la violencia están estrechamente ligadas a las desigualdades sociales y económicas. Las comunidades con mayor acceso a oportunidades económicas suelen tener menores índices de criminalidad.

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La entrega de equipamiento a la comunidad de Tamboloma para la producción de lácteos y elaboración de queso marca un hito en la autosuficiencia alimentaria y el desarrollo económico local. Con la implementación de insumos adecuados, los productores han logrado acopiar 2,800 litros de leche diarios, alcanzando el 100% de su capacidad productiva. Este incremento en la producción no solo garantiza un suministro constante de productos lácteos, sino que también abre oportunidades para la comercialización y exportación, generando ingresos adicionales para la comunidad.

La autosuficiencia alimentaria es crucial para la estabilidad y la seguridad. Al garantizar la disponibilidad de alimentos y crear fuentes de ingreso sostenibles, se reduce la vulnerabilidad económica y se fortalece el tejido social. Este fortalecimiento comunitario se traduce en una disminución de la migración hacia las ciudades en busca de oportunidades, mitigando así los problemas asociados con el crecimiento urbano descontrolado y la delincuencia. Fernando Carrión (Académico del Departamento de Estudios Políticos de la sede de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en el Ecuador (FLACSO Ecuador) destaca que las políticas públicas que fomentan el desarrollo económico local pueden tener un impacto significativo en la reducción de la violencia.

La inversión en rentabilizar el campo no solo promueve el desarrollo económico, sino que también se alinea con los objetivos de seguridad ciudadana establecidos en el marco legal ecuatoriano. La Ley de Seguridad Pública y del Estado establece que la seguridad humana se garantiza mejor en un orden social que permita el ejercicio efectivo de los derechos y el bienestar integral de la sociedad. En este sentido, la mejora de las condiciones de vida en las zonas rurales contribuye directamente a la seguridad ciudadana al reducir las desigualdades y fomentar una convivencia pacífica.

Además, el artículo 393 de la Constitución de la República del Ecuador enfatiza la importancia de políticas integradas para asegurar la seguridad humana y prevenir la violencia y la discriminación. Las iniciativas como las implementadas en Patococha Carihuairazo y Tamboloma son ejemplos prácticos de estas políticas integradas en acción.

La migración del campo a la ciudad ha sido un fenómeno constante en América Latina, y Ecuador no es la excepción. Este movimiento migratorio suele estar motivado por la búsqueda de mejores oportunidades económicas y acceso a servicios básicos. Sin embargo, la urbanización acelerada puede llevar a un incremento en la violencia urbana. Según Carrión, la violencia crece en las ciudades a un ritmo superior a la urbanización, convirtiéndose en uno de los factores más importantes que afectan la calidad de vida de la población urbana.

La rentabilización del campo mediante proyectos de turismo sostenible y producción agropecuaria no solo impulsa el desarrollo económico, sino que también fortalece la seguridad ciudadana. Estas inversiones generan empleo, mejoran la infraestructura y fomentan la autosuficiencia, creando comunidades más resilientes y seguras. Al mejorar las condiciones de vida en las zonas rurales, se reduce la migración hacia las ciudades y se mitigan los problemas de delincuencia y violencia asociados con la urbanización descontrolada. La clave está en continuar promoviendo y apoyando estos proyectos, asegurando un desarrollo integral y sostenible para todos los habitantes.